lunes, 27 de diciembre de 2010

Baltasar Miró y Maruja Vieira. "Al amigo en su viaje". Los nombres de la asusencia.

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Blogs complementarios: John Henry White , Robert Blake White,
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LOS NOMBRES DE LA AUSENCIA

Allí el libro completo en la web de Maruja Vieira: http://www.marujavieira.com/index.php/es/
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Recordando a Baltasar MiróEl Espectador, Diciembre 24, 2010. Pág. 18Escaneó NTC … (A la fecha, Dic. 27, 2010, 6:57 AM, este artículo no está en la web del periódico)

Después de años de búsqueda, Juliana Barberena Pocurull, nieta de Miró, logró ubicar a la poeta Maruja Vieira, gran amiga del intelectual y bohemio español que pasó por Colombia.
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Foto: Gilma Briñez y su esposo Baltasar Miró (Archivo familiar) .
Los nombres de la ausencia, libro de Maruja Vieira, tiene una particularidad: son poemas dedicados a personajes que viven en los recuerdos de la poeta. Personas que habitaron este mundo y ahora viven en otro. El primero de ellos, Al amigo en su viaje, está dedicado a Baltasar Miró, "un español del éxodo y del llanto como denominó León Felipe a los desplazados por la guerra civil española", se explica en la página anterior al poema. Sería la primera vez que escucharía ese nombre..
(Click sobre las imágenes para ampliarlas. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
La siguiente vez fue una tarde del pasado noviembre. Juliana Barberena Pocurull llegó a la redacción de El Espectador con una solicitud particular. Decía ser nieta de un amigo de la poeta Maruja Vieira. Llevaba años recogiendo información sobre su abuelo español y preguntaba si podríamos ponerla en contacto con ella. ¿Sería cierto o no? Si bien no era el caso de dar un número de teléfono, que podría ser una imprudencia, había algo que invitaba a abrir esa puerta al pasado.

El encuentro de Maruja con la nieta desconocida de Baltasar Miró, cuyo nombre original era Baltasar Pocurull, quedó registrado en un documental que se está haciendo sobre la escritora. La cara de Juliana es la mejor prueba de la veracidad de su historia. Incluso fue su parecido con su abuelo lo que permitió que la familia española de Pocurull creyera que tras algún tiempo de vivir en República Dominicapa y Colombia, de trabajar en el suplemento dominical de El Tiempo y escribir 10 Poemas amargos y Cuademos de la frontera, Miró se casó en Cali y siguió en busca de un mejor destino en Argentina, donde nació su única hija y terminó cumpliendo su cita con la muerte.

Fue una carta de Maruja, quien con no más de 25 años, apenas empezaba en el mundo de las letras, lo que condujo a Juliana a buscar la pista de un abuelo que no aparece en los registros de inmigración y de quien no se sabe exactamente cómo murió (en su libro Crónicas sobre el Grupo de Barranquílla, Alfonso Fuenmayor se aventura a hablar de un suicidio, que no confirma su familia). Un encuentro que le permitiría poder descubrirlo a través de alguien que diera razón de quien fue, pues la abuela siempre se negó a contar su historia y su madre no lo conoció.

De boca de Maruja, Juliana supo que su abuelo había llegado a Colombia decepcionado de la dictadura de Trujillo en República Dominicana, país que trató de hacer suyo tras el exilio de España. Supo que su libro Cartones de la frontera sobre los riesgos de la migración haitiana al país vecino y las bondades de las políticas del dictador dominicano había sido escrito en España antes de llegar a la isla y que el hecho de usar su segundo apellido podría tener relación con el exilio de dos patrias: la dominada por Franco y la regida por Trujillo. Confirmó también que Baltasar Miró dejó una novela sin publicar y que fue él quien les abrió la puerta a sus escritos en EI Tiempo.
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Juliana no dejará de buscar rastros que den prueba del paso de su abuelo por este mundo; para ella se ha vuelto una razón. Para Vieira, además de la emoción de verlo dibujado en las facciones de esta mujer, fue la convicción de que su amigo no se resiste a irse y que cómo ella se lo escribió, "tu ausencia está llenando de ti nuestra memoria".
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Al amigo en su viaje
Recordando a Baltasar Miró
Amigo, ha terminado tu soledad de hombre.
Ya tu inquietud es limo bajo la tierra oscura.
Eres nube de polvo, eres piedra, eres trigo.
Ya no buscas estrellas en el barro del mundo.

Ahora los caminos corren sobre tu sangre,
convertida en la verde caricia de la hierba.
No te hiere el silencio con su espina y su angustia

porque tu voz se ha vuelto rumor entre los árboles.
La muerte no reclama que les des a tu nombre
la dimensión exacta del amor o del odio.
Sin distancia que oponga su cerrada frontera
tu ausencia está llenando de ti nuestra memoria.
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NTC ... COMPLEMENTACIONES
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"LOS NOMBRES DE LA AUSENCIA" . Maruja Vieira. Ediciones San Librario. Bogotá. Marzo 2006. Primera edición. PREMIO "Mujeres de éxtito 2004", Categoría Arte y Cultura. Ilustraciones Manuel de Montalvo y Correa
Las páginas 9, 10 y 11, dedicadas a Baltasar Miró, "Al amigo en su viaje"
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. Texto en la página 10.
Baltasar Miró fue un español "del éxodo y del llanto" como denominó León Felipe a los desplazados por la guerra civil española.
Vivió en la República Dominicana, donde hizo parte de un grupo de exiliados que tuvo profunda influencia en la vida cultural del país.
Después vivió en Colombia, donde publicó sus magníficas crónicas en El Tiempo de Bogotá, hasta cuando decidió reanudar su camino por el mundo y la muerte..
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A la derecha la página 9. A la izquerda , las 10 y 11 (El poema) . La otra imagen: contracarátula del libro. (Click sobre las imágenes para ampliarlas. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
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Información y enlaces sobre el LIBRO:
*** http://mvw-ntc.blogspot.com/2010_01_10_archive.html.
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Maruja Vieira en la poética de la ausencia . Por Carlos-Enrique Ruizhttp://www.revistaaleph.com.co/article.php3?id_article=57
http://enriqueuribewhite.blogspot.com/2007_06_14_archive.html (aquí un poema)..
En la presentación del libro: Maruja Vieira. Los nombres de la ausencia. Ediciones Sanlibrario, Bogotá 2006. Premio “Mujeres de éxito 2004”, en la categoría arte y cultura. Bogotá Marzo de 2.006. http://mvw-ntc.blogspot.com/2006/11/cronologa.html
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Descaradamente viva
Por: Sara Araújo Castro
Este miércoles en el Gimnasio Moderno, Maruja Vieira, la poeta manizaleña leerá sus versos y conversará con el escritor Gonzalo Mallarino en el marco del festival Las Líneas de su Mano 2.Foto: David Campuzano . Maruja Vieira nació en Manizales en 1922, pero salió de su ciudad desde muy joven, hoy vive en Bogotá.
El Espectador, 1 Sep 2009 - 11:00 pm http://mvw-ntc.blogspot.com/2009_01_04_archive.html
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“A los 85 algunos estamos descaradamente vivos. / Se supone que los que nos aman / deben saber que caminar ya no es la alegría de antes / a menos que sea al sol y sobre la hierba...”.
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Bastaría transcribir completo ese poema inédito de Maruja Vieira, titulado Los 85*, y no haría falta decir más de esta mujer hoy, pues ella, con la simplicidad y profundidad que caracterizan su poesía, condensa en 20 líneas el significado de su vida y sus temas en este momento. No obstante, la historia de esta manizaleña, que desde muy joven levó anclas para dedicarse a escribir y a trabajar en radio y prensa, es ejemplo de tenacidad, talento y sensibilidad.
Además de haber hecho parte de una generación de poetas con mayúscula (junto a Meira Delmar, Matilde Espinoza, entre otras) y de ser miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, Vieira sigue vigente y activa en ese oficio que llegó a ella desde niña, aunque sólo después de conocer la obra de Antonio Machado a sus 19 años decidiera escribir.
Corrían los años 40 cuando leyó un libro titulado Alba de Olvido (1942), de Meira Delmar. Ya en ese entonces se había atrevido a algunos versos. Ya también, las jornadas junto a Enrique Uribe White, su pariente, lector y mentor, eran largas y muchos de sus poemas terminaban sumergidos en la laguna del Muña. Entonces, quiso escribir como ella, pero prefirió convertirse en su amiga inseparable. Así que, cuenta, la llamó, se presentó y pasó la vida hablando y escribiéndose con esa compañera que le había regalado la poesía.
A Maruja, mientras habla de sus amigas del alma, le brillan los ojos, la alegría del recuerdo se encharca en unas “traviesas lágrimas” de nostalgia. ¡Pero cómo no! Suspira y recuerda a su gata María Mercedes Carranza**; a Dora Castellanos, compañera en la Academia, y a Elisa Mújica, quien la propuso para ser miembro de la institución; ella y Matilde Espinoza fueron inseparables. Aún en las tardes, desde la ventana de su casa en la 49 con 3ª, levanta la mirada hacia la montaña donde quedaba la casa de su amiga y cómplice de andanzas. Y mientras habla de sus colegas de oficio y sensibilidades, no puedo evitar mencionar que en tanto los poetas viven de pelea en este medio de letras y vanidades, las mujeres fueron unidas. “Ah, es que estábamos tan solas y relegadas que no teníamos cómo no serlo. Pero además cómo no, con mujeres tan maravillosas”.
Es cierto, aunque Maruja trabajó desde su salida a Venezuela en los años 50 en la radio y luego en la televisión venezolana; aunque escribió en El Tiempo y en El Espectador, su “Columna de humo”; aunque fue una mujer de avanzada que sólo contrajo matrimonio después de los 30 con quien se convertiría en el amor de su vida, el poeta José María Vivas; sólo el tiempo les ha dado, a ella y a sus compañeras, la categoría que su talento merece.
Pero el reconocimiento o su falta no es asunto de esta hermosa mujer, cuyo tono de voz pausado y grave evoca recuerdos y explica cómo la poesía llegó a ella de niña y cómo sigue llegando, con su musicalidad interna, con su contenido, con la fuerza que debe tener un poema para que no se convierta en una jaula de 14 barrotes como algunos de los sonetos que Uribe White le hizo el favor de ahogar.
También recuerda aquella cena en Cali cuando entró un hombre con una cabeza blanca que le movió su universo. “Fue un amor a primera vista pero segundo pensamiento, pues yo conocía la poesía de José María Vivas Balcázar”. Allí, tras declamar uno de esos poemas bolivarianos que ella conocía, Maruja recordó a su amigo venezolano Carlos Vivas, quien acababa de fallecer, y no pudo evitar las lágrimas. Entonces, el poeta le tomó la mano y “Si ves, todavía no me la ha soltado. Yo siempre supe que el amor es más fuerte que la muerte, por eso creo en el amor eterno, pues murió en 1960 y aquí me tienes... —yo agregaría lo que ella ya dijo de sí misma— descaradamente viva”.--------------
Opinión por: Juliana Ahttp://www.elespectador.com/impreso/cultura/articuloimpreso159125-descaradamente-viva
Jue, 11/25/2010 - 22:48 Que maravilla de mujer, mi gran admiración por esta gran poeta.

Quisiera saber si me pueden colaborar para comunicarme con ella.
Mi nombre es Juliana y estoy investigando sobre la vida de mi abuelo Baltasar Miró, escritor español y en "Los nombres de la ausencia" (2006), colección de elegías en memoria de personalidades de la cercanía o del recuerdo escrito por Maruja Vieira recuerda al amigo Baltasar Miró. Motivo por el cuál para mí sería maravilloso comunicarme con ella. En este momento estoy en Bogotá precisamente recolectando datos. Si alguien me puede ayudar se los agradecería enormemente.
Cordialmente,
Juliana A
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LOS . 85
A Ana Mercedes Vivas

A los 85 estamos descaradamente vivos.
Se supone que los que nos aman
deben saber que caminar ya no es la alegría de antes
a menos que sea al sol y sobre la hierba.,
Se supone que deben saber
que nuestras noches son demasiado largas,
porque tenemos que acostarnos muy temprano
y hay muchas cosas a las que ya no podemos ir
porque nos cansamos.
Pero seguimos descaradamente vivos
y no son nuestros ojos,
es la luz la que se debilita cuando queremos leer
y no son nuestros oídos,
es la voz de los otros la que ya no tiene sonidos.
Son las calles las que se han vuelto
demasiado largas y las escaleras demasiado altas.
Pero seguimos descaradamente vivos
y algunos afortunados tenemos
una ventana por donde entra el sol de la tarde
y una voz muy amada que nos llama.
Fuente:http://mvw-ntc.blogspot.com/2009_01_04_archive.html y http://www.poetasdelmundo.com/verInfo_america.asp?ID=4550
VIDEO: http://www.youtube.com/watch?v=U8qdVQf-uzk el poema leido por Maruja Vieira
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Actualizó : NTC … / gra. Dic. 27, 2010. 7:55 AM
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domingo, 19 de diciembre de 2010

Maruja Vieira. Entrevista por Margarita Vidal. El País, Cali, Diciembre 19, 2010.

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Maruja Vieira
Entrevista por Margarita Vidal
El País, Cali, Diciembre 19, 2010. Págs 16 y 18
http://www.elpais.com.co/elpais/edicion_impresa/d5c26d7ba55ee9fc6a68f1dcdc8c9efe/elpais-Diciembre-19-de-2010.php
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LAS PÁGINAS 16 y 17
(Click sobre la imagen para ampliarla y hacerla legible. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)

En la versión impresa digital de El País:

http://www.elpais.com.co/elpais/edicion_impresa/d5c26d7ba55ee9fc6a68f1dcdc8c9efe/elpais-Diciembre-19-de-2010.php allí páginas 16 y 17.
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Actualizó : NTC … / gra. Dic. 19, 2010.
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lunes, 16 de agosto de 2010

TIEMPO DE LA MEMORIA. Antología personal. MARUJA VIEIRA. Caza de libros, Agosto 2010. Lanzamiento del libro y HOMENAJE.

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Blogs complementarios: John Henry White , Robert Blake White,
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TIEMPO DE LA MEMORIA
Antología personal
MARUJA VIEIRA
Caza de libros, Agosto 2010
LANZAMIENTO DEL LIBRO
HOMENAJE EN LA 23 FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BOGOTÁ
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(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
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EDICIÓN DIGITAL DEL LIBRO COMPLETO: Próximamente

El libro presentado en el portal de CAZA DE LIBROS: http://www.cazadelibros.com/41poeta.php (Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)

Maruja Vieira es una poeta navegante. Es un albatros que al bajar sobre el barco de los días pierde un ala, pero se recupera y surca de nuevo el horizonte. Su nombre es “nada más que un viaje”. El viaje de un ser privilegiado por estos dominios de la tierra. Un viaje que salió un día de la isla de Wight. Sangre de marineros, barco en el horizonte, velas transparentes, puertos para una noche y un alba nada más… Marinera errante que perdiera el mar.

Su voz crece como la tierra. Nace como un árbol. Y alarga las sombras de cada vivencia por el camino eterno que marca el poema. Más allá del cuerpo y de las imágenes borrosas del recuerdo, se plasma en un poema, como la Sonata para violín y piano No. 2 en La mayor de Brahms, para dibujarse nítida en la palabra, bien en Sol mayor, bien en Re menor, en otro y otro poema.

Su huella de asombro nos perdura y se mezcla con la leyenda. Con muchas leyendas en significancia misteriosa de la transignificación. Un día adiviné en ella la leyenda, la “raíz eterna” de Pelleas y Melisanda. Pero se necesita ser un duende para entender que esta es una sola faceta de las tantas y de tanta riqueza que nos ofrece la poeta, cuando la leemos, en la voz alta de la huella que deja el llanto del Dante cuando llora escribiendo los tercetos de Francesca, que dos mujeres hispanoamericanas nos enseñan a comprender: Maruja Vieira y Victoria Ocampo.

Alfredo Ocampo Zamorano
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Reseña biográfica en el libro.
MARUJA VIEIRA nació en Manizales en 1922. Académica de la Lengua, de Número en Colombia y Correspondiente Hispanoamericana de la Real Academia Española. Poeta, periodista y catedrática.

La obra de Maruja Vieira se encuentra compilada en los siguientes libros: Campanario de lluvia (1947), Los poemas de enero (1951), Poesía (1951), Palabras de la ausencia (1953), Clave mínima (1965), Mis propias palabras (1986), Tiempo de vivir (1992), Sombra del amor (1998), Los nombres de la ausencia (2006), Todo lo que era mío (2008) ( 1 ) y Rompecabezas (2010).

Su trayectoria como catedrática de Literatura, Periodismo Cultural y Relaciones Públicas la llevó a varias universidades colombianas, entre las que se cuentan la Universidad Central y la Universidad de la Sabana.

Sus méritos literarios y académicos la hicieron merecedora de la Gran Orden de la Cultura del Ministerio de Cultura, la Medalla Simón Bolívar del Ministerio de Educación Nacional y la Medalla Honor al Mérito Artístico de Bogotá, D.C. Le fue concedida por Chile la Orden Gabriela Mistral. El Departamento de Caldas la condecoró con la Orden Aquilino Villegas y su ciudad natal con la Cruz de Manizales.

Su trayectoria literaria, profesional y su defensa de los derechos de la mujer, la hicieron merecedora en el año 2004, del premio de la Fundación Mujeres de Éxito en la categoría de Artes y Letras.
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Notas de NTC ... : Más información sobre la poeta y sus obras en los enlaces de los arichivos que se presentan en la columna izquierda de este mismo blog.
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HOMENAJE EN LA FERIA
(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí).
De gran significación el Homenaje que le hicieron a Maruja Vieira el pasado viernes en la Feria del Libro. La editorial Caza de Libros, que lideran los tolimenses Jorge Eliécer Pardo, Carlos Orlando Pardo y Pablo Pardo -especialmente Pablo que es el editor- se dieron a la aparentemente quimérica tarea de editar 50 libros de poetas colombianos y una antología. Sí, 50 libros. Con un tiraje de 1.000 ejemplares cada uno. Es decir, 50.000 ejemplares de poesía! Así como sacaron 50 novelas * en el 2008.
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El lanzamiento de estas ediciones se realizó el viernes 13 de agosto a las 6:00pm y los "pijaos" como se les llama cariñosamente resolvieron el tema de los 50 autores proyectando algunos apartes de entrevistas que les habían hecho.
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A Maruja Vieira la dejaron al final y emitieron la entrevista completa. Con el resultado de que todo el auditorio que estaba prácticamente lleno (el más grande de la Feria, José Asunción Silva), se paró a homenajearla con un aplauso cerrado que duró varios minutos. En la TERTULIA WHITE expresamos, de manera pública, el infinito agradecimiento que tenemos no solamente con quienes emprendieron la tarea de hacer esta edición (que dice Maruja es la muestra antológica más importante que haya hecho), sino con todo el público cuyas demostraciones de afecto aún duran.
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En el stand del Pabellón 3, Stand No.642, primer piso están vendiendo estas ediciones y la verdad sea dicha, ni ellos mismos esperaban que hubiera tal cantidad de compradores de poesía.
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CAZA DE LIBROS. Carátula de la Página web.
(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí).
Se anuncia la colección y el evento de lanzamiento.
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EL AFICHE con imágenes.
Destacamos el libro de Maruja Vieira
(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí).
Detalles de cada libro y de cada poeta: http://www.cazadelibros.com/50poetas.php
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EL AFICHE con el listado e invitación.
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Detalles de cada libro y de cada poeta: http://www.cazadelibros.com/50poetas.php ++++++

* INFORMACIÓN RELACIONADA con CAZA DE LIBROS, FERIA DEL 2008 : "50 novelas colombianas y una pintada", 2008 , http://ntc-narrativa.blogspot.com/2009_09_07_archive.html

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Éxito del Tolima en la feria
EL NUEVO DÍA, Ibagué, Miércoles 18 de Agosto de 2010 00:00
Benhur Sánchez Suárez ( 1 )
http://www.elnuevodia.com.co/nuevodia/index.php

Publicar cincuenta autores a lo largo de un año o algo más, no es ninguna hazaña. Por el contrario, es algo que para las editoriales es un ejercicio empresarial ordinario. Pero editar de un solo envión cincuenta autores, cada uno con un libro, llega a los ribetes de la hazaña.

Colecciones se han hecho, y muchas, como esas que, por ejemplo, entregaban un título semanal o mensual hasta llegar a cien títulos. Por eso, para muchos entendidos, este es un trabajo que sólo llevan a cabo los desquiciados, los locos, porque es un riesgo empresarial y financiero que no todos están dispuestos a correr. Sólo quien ama la literatura y el oficio de escribir puede concebir embarcarse en objetivos tan disparatados.

Ya en el 2008 Pijao Editores asombró al país al lanzar la colección 50 novelas colombianas y una pintada en un solo día. Fue el hecho cultural de la XXI Feria Internacional del Libro de Bogotá y fue, además, un éxito literario, aunque financiero no sé qué tanto. Los lectores, tan escasos, tuvieron la posibilidad de tener en sus manos, a precios inauditos, un panorama amplio y suficiente de la novela colombiana del siglo XX y principios del XXI.

Para esta versión XXIII de la Feria Internacional del libro de Bogotá, Caza de Libros, hija de Pijao Editores y signada por una locura tal vez mayor, se dio a la tarea de entregar cincuenta antologías personales, de sendos autores vivos, muchos de ellos de renombre en el panorama de la poesía del país, otros no tanto, colección que ha vuelto a asombrar el mundo editorial y literario nacional y es, sin duda, el hecho empresarial y editorial más importante de este año.

Es una empresa gigantesca, más si se piensa que la poesía, para el mundo editorial, es un producto de difícil venta, razón por la cual en la mayoría de los casos las ediciones son de autor y por su cuenta se difunden y venden, en el más injusto proceso comercial que empaña el desarrollo cultual de un país.

Esto hace que la colección 50 poetas colombianos y una antología, se constituya en el hecho editorial más importante de la Feria, así los medios de comunicación miren de soslayo este trabajo, nacido de la provincia, y, como es de suponerse, prioricen a los grandes conglomerados editoriales, dueños a su vez de esos mismos medios de comunicación.

Con este trabajo la editorial Caza del Libro ha puesto en alto el nombre del Tolima en un certamen tan importante como la Feria Internacional del Libro y ha registrado el nombre de Pablo Pardo Rodríguez no sólo como el de un nuevo y excelente editor, sino como el de un loco genial.
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Comentario en el periódico:
NTC - 50 poetas y 1 antología. Caza de libros. Registered 2010-08-18 01:19:06

Excelente columna de reconocimiento a los "pijaos" editores einformativa sobre la nueva gran colección. Felicitaciones para el BENHURSÁNCHEZ SUÁREZ y, claro, para Caza de Libros. Trascendental labor y ejemplo!

Alguna información adicional sobre esta colección y la anterior de 50 novelas en: http://mvw-ntc.blogspot.com/2010_08_15_archive.html.

Atte., NTC… Nos Topamos Con … http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com .Cali, Colombia, Agosto 18, 2010. Gabriel Ruiz A. , Director

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Actualizó: NTC … / gra . Agosto 16 , 2010, 9:45 AM // Ago. 18, 2010. 6:41 AM
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jueves, 11 de febrero de 2010

Todas las vidas de Maruja Vieira. Por Iván Beltrán Castillo. Con-fabulación No. 122 y 123.

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Bitácora derivada y complementaria a la de la TERTULIA WHITE
y a las de Robert Blake White , John Henry White , su bisabuelo,
lick en cada título subrayado para ir a ellas
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Maruja Vieira es, junto a Dora Castellanos, Meira del mar y Matilde Espinosa, una de las voces femeninas imprescindibles de la moderna poesía colombiana y no hay que forzar el idioma para ponerle el rótulo de clásico. Nacida en Manizales en 1922, docente, periodista viajera, autora de copiosos prólogos y gestora cultural, ha permanecido fiel a su labor creadora, atestiguada por títulos como Campanario de lluvia, Los poemas de enero, Los nombres de la ausencia, Tiempo de vivir, Mis propias palabras o Sombra del amor, conjunto que le ha valido importantes premios y reconocimientos, el más notable de todos su ingreso a la Academia Colombiana de la lengua.
En el siguiente reportaje, el entrevistador y su personaje buscan ir más allá de la reseña literaria, en ocasiones tan fosilizada, hacen un pacto, establecen un vínculo, y rastrean parcialmente el paso por el mundo de esta mujer singular. Homenaje.
Todavía sueñas con la jacobina bogotana. Parece extraño, pero aquella criatura, del barrio Los Laches o San Victorino, tenía las facciones y la estampa, el aciago resplandor de la turba de franceses que buscando la libertad inventó la guillotina, los frenéticos acólitos de Robespierre y Marat. Estaba parada frente al almacén de Jack Glottman en el mismísimo centro de la ciudad, el rostro demacrado de quién atraviesa una frontera o se ha sometido a incontables vigilias, una mano crispada y la otra empuñando un fiero garrote, profiriendo frases incendiarias, tal vez ebria o sencillamente habitada por el fulgor gaitanista. Era el tristemente mítico 9 de abril de 1948, y una multitud que parecía la síntesis de la desesperación humana, se entregaba a una suerte de carnaval fúnebre tal vez buscando, cándida y brutal, que los ojos del caudillo perdido volvieran a abrirse. Tú eras muy joven y atestiguabas la primera metamorfosis lancinante de una ciudad destinada tanto al invierno perpetuo como a la sequía eternal, tanto a la paz boba como a la guerra infinita, y en la que todos terminamos por sentirnos huérfanos. Trabajabas con Glottman y aunque nunca te confortaron los métodos y el estilo que practican casi todos los patrones, tenías un gran aprecio por aquel negociante. Por eso, una vez prendida la asonada posterior al asesinato de Gaitán, hiciste que se pusiera la bandera colombiana en la vitrina ostentosa. Entonces, cuando la multitud arribó, sedienta de abrasivas llamaradas, al observar el gesto de fraternidad, se detuvo como leyendo un mensaje que la confundía, guardó silencio por unos instantes y se retiró sin accionar su cólera. Tú observaste todo aquello con el corazón en vilo, pero aunque hasta la más imperceptible de las imágenes perturbó los sentidos, la que se quedó en ti para siempre fue la jacobina bogotana, allí instalada frente al almacén de Glottman como si se encontrara frente a La Bastilla.
Desde entonces sueñas con ella. Es una más de la espléndida caterva que habita tus noches, pasea por los escenarios de tus fugas nocturnas, camina por las ciudades que erige tu deseo e infesta gloriosamente las visiones oníricas. Pero son muchos los que regresan o sencillamente nacen con la noche y sus montajes; amores, parientes, cómplices, los héroes impertérritos de las ciudades en donde pernoctaste, transeúntes vistos unas pocas veces, tu madre al final de una escalera, anodinos seres con los que apenas comerciaste una o dos frases, enigmáticos desconocidos a los que sientes entrañables, un antepasado de apellido White que navegó en el alto Cauca, algún perrito amado cuyo final no fue menos patético que el final de los hombres, poetas y pintores, “marineros errantes que perdieron el mar”, rebeldes, aventureros, gitanos y flamencos vistos en Europa, recolectores de café, utopistas, académicos, anarquistas y beatos, conservadores e iconoclastas, algunos tempranamente truncados y otros que aún no adquieren el prestigio y la rutilancia de la muerte.
—Soñar no es muy distinto de escribir poemas —me dices—, se trata de dos oficios que se necesitan mutuamente, que se nutren uno del otro y que son, para el desconcierto de los muy reales, ejercicios de finura desinteresada, cúspides de la contemplación, vigorosas redefiniciones del encuentro—. Por eso, Cuando practicas alguna de estas dos deliciosas disciplinas, crees que te aproximas peligrosamente a la verdad evasiva, que te haces más humana, y también más misteriosamente mujer. Te deleitas y gozas merced a estas venturas, de no ser otra cosa que, para decirlo con el formidable ciego, un dilatado sueño dirigido.
Cuando te pregunto cómo empezaste a enamorarte de la escritura, como te adentrarse en el gran rito del poema, en qué momento tomaste la decisión de agarrar un lápiz y apuntar las primeras frases, para fijar recuerdos y encapsular ilusiones, dices que no lo sabes con exactitud, y que tal vez la mayor complicidad haya venido de la casa original, de la estepa de la profunda infancia, transcurrida en la ciudad de Manizales. En aquella familia, me cuentas, la poesía ocupaba su propia silla, era una entidad tangible, y todos la visitaban como a una pariente redentora. Las lecturas de grandes autores, las noches de tertulia y confrontación de sensibilidades, la manera de mirar con pupila alerta la prolijidad de la naturaleza, y el hecho de poseer una buena biblioteca donde extraviarse y extasiarse, fundaron tu identidad, hicieron nacer “la voz”.
No te sientes cohibida al decirme que la poesía está más cerca de la religión que de cualquier otra instancia, que su luz inviolable traspasa y modela la consciencia a la manera de los dioses omnímodos, benévolos o terribles. Solamente entendida de esta manera, me aseguras, puede explicarse por qué motivo cuando padeces su invasión ya no existe camino de regreso, y tienes que perdurar en la manutención de su sustancia inaprehensible.
LAS PALABRAS Y EL TIEMPO
—Mi vida ha sido un largo viaje –afirmas con gesto peripatético— una navegación que hasta este instante, cumplidos los 87, parece detenerse un poco. Cuando tenía apenas diez años, mi padre, Joaquín Vieira, uno de los hombres que moldearon la efigie de Manizales y el departamento de Caldas, y quién nunca dejó de trabajar con una casi preocupante disciplina, se trasladó a Bogotá. Fue el encuentro con la que nos pareciera entonces una ciudad formidable llena de novedades y donde la vida no estaba todavía manchada con el mohín atroz de la modernidad salvaje. Apenas comenzaba a rodar la década del treinta. Fue aquí donde encontramos nuestro estilo, quiero decir nuestra búsqueda, la respuesta a nuestra sed. En esta urbe yo me convertí en poeta, escritora, trabajadora, funcionaria, y Gilberto, mi hermano, mi inolvidable cómplice y con quién sostuve las más arduas y cálidas conversaciones, se hizo a la fe marxista y bolchevique, creencia a la que le sería fiel hasta el último de sus días.
Recuerdas las épocas duras que alguna vez visitaron tu familia, cuando la pobreza, cuyo influjo letal empezaba a crecer trágicamente en todas partes, se coló por las ventanas y las puertas de la casa transitoria, se instaló en los cuartos y salones y convirtió la alacena en un desierto. Fue una expiación que te mostró los zarpazos de tigre de la realidad, el voraz apetito de los triunfadores y los argumentos legítimos de los excluidos, y tal vez por eso, a pesar de no comulgar del todo con su dogma, comprendiste la obcecada lucha de tu hermano Gilberto a favor de los desposeídos. Sabes desde entonces que la pobreza no es un estado económico sino un estado del alma, y que semeja una talanquera destinada a no dejarnos surcar el horizonte, una incertidumbre estrechamente emparentada con la injusticia, la insularidad y la muerte. Esos días de extremadas e imborrables carencias —poco pan, pocas legumbres, vestidos modestos, tintinear escaso de monedas— te enseñaron mucho sobre la condición humana, y es por eso que los agradeces a pesar de todo. Si no hubiese sido por ellos quizá tus palabras, tus poemas, tus videncias, no estarían tocados de una tan suave y musical melancolía.
—Las mujeres de esos días —me cuentas para ilustrarme sobre tu juventud bogotana— parecían exclusivamente destinadas al papel de madres, obsecuentes esposas, disimuladas vasallas, sumisos alfiles de un mundo construido por la sensibilidad, no pocas veces procaz y grosera, de los hombres más convencionales, la mayoría distantes de encontrar su evadida sensibilidad, presos en la cárcel de una impostada dureza.
Pero tú no ibas a aceptar fácilmente tan magro, insustancial destino, de manera que desde muy temprano saliste a las calles en busca de torcer lo que parecía un oscuro decreto. Realizaste entonces toda suerte de estudios de comercio (“no eran académicos y por lo tanto eran buenos”, afirmas irónicamente) y luego, bajo la acechanza de miradas inquisitoriales, comandaste el pelotón de las primeras mujeres que entraron a laborar en las fábricas, las oficinas, el comercio. Trabajaste en distintos sitios, entre ellos en la aerolínea real holandesa —Klm—, el almacén de Glottman y en el Servicio Nacional de Aprendizaje —SENA—, donde permaneciste por espacio de diez y seis años; pero al mismo tiempo, y como la huella de una interioridad que se negaba a rendirse ante los embates de la prosa cotidiana, empezaste tu labor creadora, algo así como el recuento y la memoria de tu vida sensible, y cuyo primer fruto fue el poemario Campanario de lluvia, aparecido en 1947 bajo el sello de la editorial Iqueima, de Clemente Airó.
Desde entonces no ha pasado un solo día —aseguras— que no haya estado consagrado al fulgor de la poesía, expresado no solamente en el hecho de escribir versos sino, lo que es más importante, como una actitud y una ética, una forma de abrazar al universo, de entender en lo posible nuestras inescrutables vidas. La poesía es una especie de centinela de la condición humana, y quien la ejerce adquiere un compromiso inmediato con los otros y, lo que resulta más grave, consigo mismo.
De esa manera, tu figura —alta, imponente, arrastrando una suerte de finura críptica— se impuso en los cenáculos, los cafés, los teatros, las universidades, y en todos los lugares donde se reverenciaba a la cultura como la única forma que tienen los hombres de enfrentarse al abismo. Con Cecilia Fonseca y Emilia Pardo Umaña fuiste de las primeras mujeres que entró en la humareda espesa del Café Automático, escenario de la gran comedia intelectual de varias décadas, y allí pasaste a ser una suerte de musa, una pequeña elegida, que brindaba con café cerrero, pues aún no se habían puesto de moda las escritoras borrachas.
Gracias a eso te alzaste con una impresionante cofradía de amigos, ya absorbida casi toda por la eternidad, pero que perdura en tus recuerdos y baila en tus palabras: Jaime Ibáñez, Aurelio Arturo, Cecilia Porras, Fernando Charry Lara, Jorge Gaitán Durán, León de Greiff, Eduardo Carranza, Carlos Martín o Dora Castellanos y, sobre todo, tu gran maestro, el gigante bíblico León Felipe, de quién aprendiste que el oficio de los poetas tiene la dignidad y el decoro del de los labradores.
Ahora narras que, aunque independiente hasta el ardor, vanguardista en el más profundo de los sentidos de la desgastada palabra, errabunda y con una sensibilidad que debió ser difícil de entender para muchos hombres, tuviste tu cita puntual con el amor y saboreaste su fatalidad hermosa. Él se llamaba José María Vivas Balcázar, y era también poeta. Si la modernidad tolera la expresión podríamos decir que fue el hombre de tu vida. Todos los pasos del romance ideal estuvieron presentes en aquella relación inolvidable: la pasión excepcional que pone en entredicho la rutina, la complicidad que suaviza las agresiones del mundo, el erotismo tristemente fugaz y su remedo de absoluto, la imaginación festiva —gemela de la literatura—, la comunión de esperanzas y luego — presentación abrupta— la intervención de la golosa muerte. El anhelado compañero, con el que te casaste un día, habría de partir esculpiendo su propio mito, y dejando en ti una estela de recuerdos: derrumbamiento de la realidad que fue carbón y nutriente de tu obra.
—Me habita desde siempre la necesidad de enfrentarme al olvido —me dices ahora, y yo noto que tus palabras son vitales, que saltan como peces, que no están contaminadas por la desesperanza—. Hay en mí una legión de muertos, de ausentes a los que pretendo detener.
Recordamos, merced a tu última frase, aquella sentencia de Lawrence Durrell según la cual todos los suspiros están enterrados muy hondo, y anhelan que alguien los reintegre al mundo de los vivos y que, por lo tanto, todos los suspiros tienen un linaje de muerte.
—Mi vida ha sido un largo viaje —me volviste a repetir, como un leitmotiv—, solo que unas veces fue real y las otras imaginario. También las rutas reales ocuparon mis días. Viajé mucho pero nunca me degradé a la condición de turista. De aquellas deleitosas odiseas recuerdo especialmente la que realicé a Galicia. Fue como un deja vú, pues allí en el Camino de Santiago, tuve la certeza de que yo provenía de ese lugar. Claro que tampoco puedo olvidar el Canal de la Mancha, la entrañable ciudad de Popayán (“Allí para existir hay que ser pariente de una estatua”), La febril Santiago de Cali (“Viví en ella unos años febriles”) y la impetuosa Caracas: son distintas rutas y distintos puntos de llegada para cumplir un solo destino
LA DIVINA TRAGEDIA
—Llevo cincuenta años viendo cruzar la guerra por mi puerta —afirmaste luego ocupando el espacio del presente—; pequeñas guerras, una igual a la otra, una más absurda que la otra, y todas de una crueldad infinita; violencias de todos los colores, de todos los bandos, de todas las facciones, han desfilado para ensombrecer nuestros días. Son pocos los que aquí no tienen fechas, anécdotas que serían dignas del infierno. Todas las mañanas de estos cincuenta años, al salir de la nación del sueño, tengo la esperanza de que la tragedia, el dolor y el crimen habrán muerto al atardecer.
—Pero esperar el final de la tragedia es como aguardar la muerte de la muerte —continuaste—; puedes durar la eternidad esperando. Poco o nada sabemos, salvo que en todas partes laten los símbolos de la hecatombe.
—Se equivocan —apuntas con una convicción digna de envidia— aquellos que creen que la solución a nuestra duro presente puede encontrarse en la esfera de lo político. Aunque admiré algunos de sus hacedores, empezando por Luis Carlos Galán, creo que ella es superficial, hueca y aleatoria. Yo, al contrario de mi hermano Gilberto, he pretendido vivir alejada de su equívoca influencia. Solamente la poesía puede entregarnos algunas respuestas.
—He tenido que aproximarme a la tragedia cuando ésta atrapó a mis seres queridos, cuando violó sus jardines y echó abajo sus puertas. Para ilustrarlo me bastaría recordar el caso de mi entrañable amiga María Mercedes Carranza: muerta en defensa propia por una sobredosis de realidad.
Pero nuevamente me sonríes, ante el recuerdo de la poesía y de los poetas. Como profesora, eterna prologuista y jurado, como una figura a la que los más jóvenes buscan para “afinar el sagrado instrumento” sabes que mientras haya imaginación creadora existirá la esperanza (“ni todas las medallas y condecoraciones juntas se equiparan a la luz y la esperanza en los ojos de un joven poeta”), y para corroborarlo me hablas, con palabras exaltadas, de algunos pequeños demiurgos: Lucía Estada, Andrea Cote, Federico Díaz-Granados y por supuesto tu hija Ana Mercedes Vivas, heredera de la pasión por la palabra y quién es, ni más ni menos, que la ofrenda festiva que te donó el amor… Todos ellos trabajan, me aseguras, para llevarle la contraria al estropicio y la fatalidad.
Sí —vuelves a decirme nuevamente— mi vida ha sido un largo viaje, que hasta este instante, cumplidos los 87, parece detenerse un poco.
Sabes que te ha tocado vivir muchas vidas, que no has sido una sola mujer imperturbable, sino que has mudado de rostros como los actores del teatro japonés mudan de máscaras, y entonces me aseguras que gracias a la poesía entiendes de otra manera el tiempo, sus veleidades, sus metamorfosis, sus piruetas, y que su mediación te ha permitido sofocar las impetuosa andanada del frío.
Y yo te imagino en la alta noche de un año incierto, que se pudre en el cementerio universal de la memoria o es apenas un sueño germinal del porvenir, erguida sobre tus papeles, fijando tempestades y ocasos, amores y olvidos, abrazos y ausencias…
Tu mano derecha atravesando el papel de un lado al otro, como el fantasma que atraviesa un muro….
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Date: Thu, 11 Feb 2010 12:13:18 -0500
Subject: Con-fabulación No. 123, Uribe noqueó a la Corte
From: confabulacion22@gmail.com
Inédito de Maruja Vieira
El reportaje con la gran poeta caldense Maruja Vieira despertó una gran ansiedad entre nuestros lectores, muchos de los cuales —gracias al desdén de los editores por la poesía— no han leído sus creaciones. Pues bien, adelante presentamos un texto inédito, donde se puede apreciar su laboriosa sabiduría lírica, su entrega a la precisión de la palabra y su constante invocación de la más profunda realidad.

FRIDA CUMPLE CIEN AÑOS

En la Casa Azul de Coyoacán
están los zapatos gigantescos
de Diego Rivera;
hay montones de faldas,
collares, cintas,
los terribles corsés metálicos.
y Fridas, muchas Fridas,
que no necesitan de los pies
para bailar en el aire.

Esta noche
hay fiesta en la Casa Azul.
En otra casa
de una calle cercana,
una sombra delgada,
se asoma a la ventana.

Es alguien
que cuando estaba vivo
conmovía las montañas.
Se llamaba León Trotsky
y dicen que la amaba…

¡Frida, feliz cumpleaños!

(6 de julio 2007)
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Actualizó: NTC … / gra . Febrero 11 , 2010, 3:13 AM

miércoles, 13 de enero de 2010

"TIEMPO DE INFANCIA" de "Tiempo de la Memoria", libro inédito de Maruja Vieira White.

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Bitácora derivada y complementaria a la de la TERTULIA WHITE
y a las de Robert Blake White , John Henry White , su bisabuelo,
a la de
Enrique Uribe White , a la de Rafael Uribe Uribe y a la de BERNARDO GONZALEZ WHITE .
Click en cada título subrayado para ir a ellas
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De: Maruja Vieira White
Manizales, 25 de Diciembre 1922 …
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TIEMPO DE INFANCIA

Vengo a buscar
el tiempo de la infancia
en estas calles altas
que desembocan en el cielo.

El parque todavía está igual
y son los mismos árboles.

Dejan caer sus hojas
hasta las manos de mi padre.

El toma su delgada navaja y al tallarlas
nacen mariposas y estrellas.

La torre de la iglesia no ha cambiado.
Las campanas tienen la misma voz.

Pero la casa donde nací ya no existe.
Desapareció el balcón
donde se aferraron
mis manos de tres años
la noche larga del incendio.

Busco otra casa que ya no puedo reconocer
envuelta en la maraña de cemento y granito
qure borró el jardín y los muros
que entonces eran blancos.

Ahora viene a mi encuentro una niña.
Corre llorando por la calle,
viste el traje blanco y el velo
de su Primera Comunión solitaria.

Cuando llega a mi lado
veo que trae en sus brazos
al gato negro
del que no quería desprenderse
cuando se la llevaron
a una ciudad distinta y lejana.

Niña y anciana se funden
en un tiempo igual, que pasa y pasa,
como la niebla, deshaciéndose
entre el sol y la lluvia,
la realidad y el sueño.
--
De "Tiempo de la Memoria", libro inédito de
Maruja Vieira White (Manizales, 25 de Diciembre 1922 ….)
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La Poeta (Bogotá, Marzo,2006 y Sabaneta -Ant.- Octubre,2009)
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DE: Maruja Vieira White , Enero 9 de 2010 . RE: “Manizales antigua”
Querido amigos de NTC … (blogguers Tertulia White, TW) : Las fotos* que me enviaron sobre
“Manizales antigua”, que tanto agradezco y que me emocionaron, me hicieron recordar del poema "Tiempo de infancia", que hace parte de un libro inédito que se llamará "Tiempo de la Memoria".
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* MANIZALES ANTIGUA. FOTOGRAFÍAS
VER LAS FOTOGRAFÍAS EN: “Manizales antigua” ,

http://www.scribd.com/doc/25148097/Manizales-Antigua-Fotografias.

Gentil envío y aporte de José Leoncio Gómez Duque, "El arriero de Marquetalia", elarrierodemarquetalia@hotmail.com , que publicamos con carácter didáctico y cultural.

Algunas: (Click sobre las imágenes para ampliarlas. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)

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"... . Claro que es nada menos que el Parque de Caldas ..., al cual me refiero en el poema ...", nos dice la Poeta. (Ver foto No. 62 "Parque Caldas. (Sucre). 1930" en la presentación http://www.scribd.com/doc/25148097/Manizales-Antigua-Fotografias . La que aquí se muestra es "moderna")

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Otra información y fotografías
Manizales a través de la fotografía - Biblioteca Luis Ángel Arango
http://www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti4/bol7/maniza.htm Allí texto y fotos. Se identifican varias de las fotos y sus respectivos propietarios.
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http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=925364
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http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=893386
http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=196023
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En Google, otras fotos (antiguas y modernas) :
Resultados de imágenes de manizales antigua‏ fotos
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http://es.wikipedia.org/wiki/Manizales

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COMENTARIOS Y MENSAJES:

de Efraim Otero Ruiz < otero.efraim@gmail.com >
para TERTULIA WHITE . fecha13 de enero de 2010 18:25
asuntoRe: "TIEMPO DE INFANCIA" de "Tiempo de la Memoria", libro inédito de Maruja Vieira White.
Amigos : Precioso el poema y bellas las fotos antiguas.
En mi artículo del Boletín de la Academia Colombiana hablo de esos poemas inéditos que Enrique Uribe White le hizo ignominiosamente "ahogar" en la Represa del Muña (en las épocas remotas en que la susodicha represa todavía olía a bueno!-- no, como muchos políticos de hogaño!).
Les incluyo el artículo sobre Maruja (de quien he sido amigo y devoto admirador durante 45 años!) que salió publicado en el Boletín de la Academia Colombiana de la Lengua en agosto pasado. A todos les envía un cordial saludo de Nuevo Año,
Cordialmente, EFRAIM OTERO, M.D.
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Maruja Vieira : LOS NOMBRES DE LA AUSENCIA

(Premio Mujeres de Éxito 2004.) Ed. San Librario, Bogotá, 2006). 115 pp.
Por Efraim Otero Ruiz

Cuando Gloria Luz Angel, de “La Patria” de Manizales, le preguntó a Maruja Vieira si había tenido algún problema como poeta, por ser mujer, contestó que le preocupaba el estudio sobre las antologías (presentado en la Casa de Poesía Silva) por la ausencia de mujeres en ellas. Y continuaba : “Me sigo preguntando por qué a quienes las hacen no les gustan nuestros poemas y entonces pienso que debemos volvernos antólogas”. El libro “Los nombres de la ausencia” es una respuesta a ese interrogante y un triunfo como antología elegíaca, no solo de poetas sino de artistas, de amigos, de antepasados, de confidentes, todos desaparecidos. Lograda con ese sentido de la confianza, de la presencia íntima y afectuosa con que nuestra eximia poeta ha escrito y sigue escribiendo sus mejores versos. Son veintiséis remembranzas que se inician con Baltasar Miró y terminan con Arthur Rimbaud, manteniendo en todas ese alto sentido de la evocación poética, “estrenando badajos de elegía”, como en el soneto de Castro Saavedra. Pero el libro está lleno de evocaciones femeninas, no todas ellas poetas como la autora : Carolina Cárdenas, pintora y ceramista ; Isabel O’Byrne, musicóloga ; Haydée Santamaría, revolucionaria y artista ; Felisa Bursztyn, escultora ; Cecilia Quijano, alma sensible, esposa de su hermano Gilberto ; Betty Rolando, actriz.

En su emotiva introducción, David Mejía Velilla dice que “la elegía es el canto de la inmortalidad, del amor que perdura más allá de la muerte, más allá de los desiertos del olvido. La elegía es la voz del amor que ha vencido el tiempo y el espacio”. Ese sentido inmanente de la elegía se encuentra no solo aquí, sino en todos los poemas escritos por Maruja. Desde “Campanario de lluvia” de 1945. Desde los poemas íntimos escritos a la muerte de su esposo, ese gran bardo que fue José María Vivas Balcázar, hasta los poetas que más la inspiraron, Neruda y Antonio Machado. Neruda fue, según ella, quien le sugirió –en una de sus venidas a Bogotá- que mantuviera el Maruja Vieira como su nom de plume. Cuando le preguntaron, en la misma entrevista para “La Patria”, que cuál había sido su asombro poético contestó: “Neruda. Neruda es múltiple. Neruda es todo lo que se quiera. Pero mi amor poético es Antonio Machado”.

Conocí a Maruja hace más de cuarenta años en las tertulias de los domingos en Santa Eulalia, la casa de Enrique Uribe White. En medio de agitadas pero cordiales discusiones políticas o poéticas, su voz tenía el acento de calma, de cordialidad, de simpatía. Conocía de memoria las hazañas de todos esos antepasados White que vinieron de Cowes y de la isla de Wight (Inglaterra) en el siglo XIX a abrir canales, a trazar carreteras, a explotar minas, a fundar pueblos. A John Henry, uno de ellos, le dice que en sus apellidos “crece una biografía de nombres y de sueños”. Frente a la voz impetuosa de Enrique declamaba su poesía con su voz cálida, cándida, sonora, solo elevándola o haciéndola profunda cuando, como en la orquesta, el stacatto lo requería. Allí escuchábamos absortos los mejores de los “Poemas de enero”, de “Clave mínima”, de “Mis propias palabras”, de “Tiempo de vivir”. O hablábamos de traducciones poéticas de Frost, de Eliot o de Rimbaud. Cuando se despedía, quedaba en el ambiente como un vacío irrecuperable, el mismo que nos queda después de visitarla en su apartamento, en torno a sus libros, o cuando nos comunicamos con ella por Internet, el último y más vital de sus entretenimientos.

Con Uribe White, su primo, mantuvo una amistad y una compenetración tan profunda que sólo la muerte pudo interrumpir. De él recordaba que, siendo los dos jóvenes, cuando le llevó su primer volumen de poesía, algo retórica y formalista, Enrique –marinero frustrado que pasaba buena parte de los domingos navegando en el Muña- se lo tiró a la represa. Cuando ella le llamó la atención, al verlos hundirse, que eran los únicos originales que tenía, él le respondió : “Mejor!”. Sin embargo, sobrevivieron a la acerba crítica de Enrique y al agua del reservorio. A Maruja misma le parece increíble que sean justamente esos poemas, muchos de los cuales sirvieron para su primer libro, los que más hoy se solicitan y se leen por Internet.

Sin embargo, pese al náufrago incidente, mantuvo siempre por Enrique una admiración y un cariño rayanos en la veneración. Cuando poco antes de su muerte éste, en 1980, presentó su libro de traducciones sobre el poeta Robert Frost en el Centro Colombo Americano, ella misma lo acompañó al escenario y allí leyó sus versiones, a medida que Peggy Drumghold, la experta en jazz y profesora del Nueva Granada, iba leyendo en su impecable inglés los originales. A Enrique le ha dedicado varios poemas y de él ha dicho que fue un ser único, irrepetible. Por eso en su evocación en la página 55 de su libro, le repite : “Navegará siempre en la noche, recorriendo la Vía Láctea, señor de sombras y de música, de rompecabezas y máquinas...”

El nombre de Maruja Vieira fue postulado en 2004 ante la Fundación Mujeres de Exito por Isaías Peña Gutiérrez, Director del Departamento de Humanidades y Letras de la Universidad Central, con el fin de escoger la mejor propuesta en la categoría artística-cultural. En su postulación decía textualmente : “Maruja Vieira constituye, como ciudadana, uno de los mejores ejemplos de dignidad y decoro y, como mujer dedicada a la poesía desde su temprana juventud, uno de los casos de mayor y responsable perseverancia, de indudable y siempre destacada calidad estética y de una participativa, activa y fecunda vida cultural en favor de nuestro país”. El nombre y el libro para el Premio Mujeres de Exito 2004 fueron escogidos por un jurado integrado por ocho distinguidas damas sobresalientes en la vida cultural, política y artística del país. La edición del volumen bellamente ilustrado con dibujos de Manuel de Montalvo se completó en marzo de 2006. Como lo asevera David Mejía Velilla en su introducción, “en la poesía colombiana no son tan frecuentes tanta pureza ni tanta palabra verdadera, ni tantas breves palabras duraderas referidas al misterio del amor humano, ni tanta hondura ni tanta precisión”.

Ella ha dicho que, además de autobiográfica, su poesía es bastante periodística y, por lo tanto, muy concreta. Esa concreción la logra con breves bosquejos biográficos o afectivos de sus personajes, que anteceden a cada poema. Parece que desde lejos repitieran con ella el verso de su poema Arenas Movedizas : “Estoy en las arenas-movedizas del tiempo- Me hundo a cada paso-inevitablemente...” Su esfuerzo por rescatar esos personajes de tales arenas movedizas, con breves evocaciones de profunda ternura, bien harán de este libro un compañero inevitable para las más prolongadas de las vigilias.

Efraim Otero Ruiz
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Maruja Vieira en la poética de la ausencia
Por Carlos-Enrique Ruiz
Conferencia en la presentación del libro: Maruja Vieira. Los nombres de la ausencia. Ediciones Sanlibrario, Bogotá 2006. Premio “Mujeres de éxito 2004”, en la categoría arte y cultura. Centro Cultural y de Convenciones Teatro-los-Fundadores, ‘Sala Oscar Naranjo', Manizales, 30 de marzo del 2006.
http://www.revistaaleph.com.co/component/k2/item/55-maruja-vieira-en-la-poetica-de-la-ausencia
Revista ALEPH Edición No. 137

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Actualizó: NTC … / gra . Enero 13, 2010. 8:29 AM / 7:30 PM
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martes, 5 de enero de 2010

MARUJA VIEIRA en GENERACIÓN (Enero 3, 2009, El Colombiano, Medellín)

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Archivos de páginas anteriores de este blog:
en la columna de la izquierda o en

MARUJA VIEIRA Y SUS POEMAS QUE CAPTURAN EL ALMA
Leer la poesía de Maruja Vieira resulta un gusto. La fuerza de sus palabras llega de una sensibilidad profunda.
Por Beatriz Mesa Mejía, Periodista, beatrizme@elcolombiano.com.co
GENERACIÓN en Edición impresa. Enero 3, 2009, El Colombiano, Medellín.
Edición digital de GENERACIÓN:
http://www.elcolombiano.com/publicaciones/generacion/muestra.php?xml=gen312010
Pág. 24. (allí la imagen se puede ampliar para hacerla legible) o VER IMAGEN enseguida*.
Agradecemos a Begow la información y el envío.
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Maruja Vieira - Generación - El Colombiano enero 3 2010 por Beatriz Mesa Mejía‏
De: Bernardo Gonzalez W ( begow@une.net.co )
Enviado: martes, 05 de enero de 2010 08:02:28 a.m.
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* (Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)

Imagen tomada de la versión digital ampliada y editada.

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Imagen escaneada por Begow de la versión impresa.
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Actualizó: NTC … / gra . Enero 5 , 2009, 6:18 M